Verduras contaminadas con plaguicidas se venden en 18 mercados y supermercados de 4 ciudades
―Por FABIOLA TORRES, ALICIA TOVAR y ROCÍO ROMERO El Segundo Monitoreo Ciudadano de Pesticidas en los Alimentos abarcó 18 supermercados y mercados de Arequipa, Cusco, Huaraz y Huánuco. De 103 muestras analizadas, 46 resultaron no aptas para el consumo humano. En Perú, se siguen utilizando agroquímicos prohibidos en los campos de cultivo, como el carbofurano y el metamidofos. En qué condiciones están los vegetales que compran los peruanos en las cadenas de supermercados y mercados de las regiones? ¿Los productos que llevan a su mesa tienen menos residuos de agroquímicos de los que encontramos en Lima? El Segundo Monitoreo Ciudadano de Pesticidas en los Alimentos buscó estas respuestas y se centró en analizar seis tipos de alimentos que se venden en las ciudades de Arequipa, Huaraz, Huánuco y Cusco. En agosto de 2023 recolectamos 103 muestras de tomate, lechuga, apio, pimiento, cebolla china y papa blanca de once supermercados y siete mercados, en presencia de notarios públicos y del abogado Jaime Delgado, para someterlas a un análisis multiresiduos, una técnica de laboratorio que identifica y cuantifica trazas de plaguicidas en los alimentos. Así hallamos que 46 muestras no pasaron la prueba al contener altas cantidades de agroquímicos que superaron los Límites Máximos de Residuos (LMR), parámetros que existen para saber si los alimentos son seguros y aptos para el consumo humano. Por ejemplo, en las muestras de apio del Mercado Chalhua de Huaraz, la cantidad de residuos del pesticida clorpirifos superó 149 veces los límites máximos permitidos. Mientras que la lechuga del supermercado Metro de Arequipa contenía 80 veces más residuos del agroquímico clorfenapir de lo que toleran las normas peruanas y el pimiento de Plaza Vea de Huánuco presentó 32 veces más rastros de triazofos que los estándares fijados. Solo las muestras de papa blanca de las 4 ciudades pasaron la prueba del análisis multiresiduos La responsabilidad de la vigilancia sanitaria de los alimentos la comparten el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, y la Dirección General de Salud Ambiental e Inocuidad Alimentaria (Digesa) del Ministerio de Salud, sectores que hasta ahora no han podido articular un sistema de trazabilidad (que implica seguimiento, control y rastreo de los alimentos) que garantice el control de la cadena agroalimentaria en el Perú. Con las reglas sanitarias locales, los resultados del segundo monitoreo reflejan que cerca de la mitad de alimentos analizados no eran aptos para el consumo humano, pero si los comparamos con las normas de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, encontramos que 66 muestras no pasan las pruebas por su alta toxicidad y estos alimentos no deberían ofrecerse a los consumidores. Mientras que bajo las reglas de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria 70 muestras salen desaprobadas. Este estudio se hizo gracias a la alianza colaborativa que integran Salud con lupa, el Consorcio Agroecológico del Perú, la Red de Agricultura Ecológica, el Consorcio por la Salud, Ambiente y Desarrollo, Humundi, Islas de Paz, Eclosio, Arariwa y 11.11.11. El análisis multiresiduos estuvo a cargo de Merieux Nutrisciences, un laboratorio acreditado por el Senasa. Una treintena de sustancias tóxicas en los alimentos En los alimentos llevados al laboratorio hallamos residuos en altas concentraciones de 38 sustancias químicas de pesticidas que son vendidas a los agricultores a través de diferentes marcas comerciales importadas al país por al menos 90 empresas. Entre las más grandes están Bayer y el Grupo Syngenta, que controlan más del 65% de las ventas mundiales de agroquímicos y comercializan en Perú productos que tienen prohibido vender en la Unión Europea y Estados Unidos, entre ellos clorpirifos y fipronil, por los daños que provocan al medio ambiente y a la salud humana. En nuestro país están registrados 3,344 plaguicidas que contienen una o más sustancias químicas. En ese grupo están incluidos 22 plaguicidas clasificados como extremadamente peligrosos y 88 altamente peligrosos por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, según las resoluciones del Senasa que autorizan su uso, dichos agroquímicos cuentan con evaluaciones técnicas que demuestran que son efectivos para el fin al que se destinan y no entrañan un riesgo inaceptable para las personas y el medio ambiente. Las reglas peruanas no toman en cuenta que hay importantes estudios científicos que acumulan evidencia sobre los efectos para la salud humana, ya que varios de los pesticidas son potencialmente carcinógenos, neurotóxicos y mutagénicos. Además, son responsables de la reducción de la población de abejas, polinizadores esenciales para garantizar las semillas con las que se producen miles de alimentos en el mundo. Los resultados del Segundo Monitoreo Ciudadano de Pesticidas en los Alimentos han expuesto también que se siguen cultivando vegetales con dos pesticidas que ya estaban prohibidos en nuestro país por su alta toxicidad: el metamidofos, restringido en 2020, y el carbofurano, impedido de comercializarse desde setiembre de 2022. El primero fue hallado en las muestras de tomate recogidas en el supermercado Tottus de Huánuco, mientras que el segundo en pimientos de Plaza Vea de la misma ciudad, como lo detallaremos más adelante. “Hay una falta de conciencia sobre el peligro que suponen ciertos plaguicidas. Un problema que se agrava con los esfuerzos de la industria de agroquímicos para restar importancia al daño provocado y por la autocomplacencia de los gobiernos, que a menudo afirman, llevando a engaño, que los marcos regulatorios y la legislación vigentes ofrecen protección suficiente”, señalaron en un informe conjunto en 2017 la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación, Hilal Elver, y el Relator Especial sobre Sustancias y Desechos Peligrosos, Baskut Tuncak, ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Seis años después de este informe, Perú ha hecho muy poco para incorporar sus recomendaciones, entre las cuales están desarrollar planes que incluyan incentivos para apoyar alternativas a los plaguicidas peligrosos y tener metas que reduzcan su uso en plazos concretos, además de financiar amplios estudios científicos sobre los efectos para la salud y la exposición a los agroquímicos a lo largo del tiempo. A continuación, presentamos los principales resultados del Segundo Monitoreo Ciudadano de Pesticidas en los Alimentos por cada ciudad